Fundación Compaz

#LosRostrosDeLaPaz

Hernando Chindoy

Wuasikamas

Indhira Cerpa

RENA-C

Hellen Carabalí

Raíces del Manglar

Víctor Caícedo

La Sierpe Biotur
Hernando Chindoy de Wasikamas

Hernando Chindoy

Wuasikamas

En la infancia, sus mejores amigos eran los tucanes, no usaba zapatos y lo que veía a través de su ventana eran venados, aves, monos, árboles y la imponente cordillera de los Andes. Hernando Chindoy vivió sus primeros años de vida en una montaña, a hora y media, caminando, del municipio más cercano; gracias a eso la conciencia ambiental fue algo que desarrolló desde muy pequeño.

Nació en un territorio ancestral en el municipio del Tablón, Nariño, en la comunidad indígena Inga de Aponte, es el mayor de 14 hermanos y hasta sus 10 años vivió en un rancho construido con residuos de madera en la cordillera centroriental de los Andes. 

Sus padres dejaron de vivir en la montaña para que Hernando estudiara. Ya en la escuela, aprendió español – solo hablaba Inga – y se destacó por ser uno de los mejores estudiantes. En cuarto de primaria se le dañaron los zapatos, por lo que comenzó a ir descalzo a la escuela, la cual quedaba a 20 minutos de su casa. Por un momento pensó que al haber caminado sin zapatos durante 10 años en la montaña, iba a lograr hacerlo en el pueblo, pero claramente era muy diferente y enseguida los pies le comenzaron a sangrar. Una de sus profesoras le regaló zapatos nuevos y le dio trabajo en su casa picando caña para los caballos. Además, su mejor amigo, que gozaba de una mejor situación económica, le prestaba la mitad de su cuaderno y su maleta para ir a la escuela. Con la ayuda económica de su profesora y amigo, Hernando logró seguir estudiando. 

Hernando Chindoy recuerda que en sexto de bachillerato eran 37 estudiantes y que en séptimo solo quedaban dos, él y un amigo; el boom de la amapola entre 1991 y 1995 hizo que casi todos los jóvenes dejaran de estudiar para trabajar en los cultivos, y aunque él también comenzó a trabajar en eso nunca dejó de estudiar. En 1997 se graduó de Bachiller Agropecuario y comenzó a hacer el proceso para ser franciscano, sin embargo, una antropóloga de la región que lo conoció lo inscribió en la Universidad de Nariño donde fue admitido para estudiar Derecho y ciencias políticas, pues ella quería que él siguiera en la academia. 

Al final, Hernando decidió ir a la universidad y se fue a Pasto a estudiar. Esa época de su vida fue muy dura, no conocía a nadie, se sentía extraño y no tenía dinero. Durante tres meses comió pan y café todos los días hasta que consiguió un trabajo vendiendo revistas. Sin embargo, al cuarto año de carrera se retiró porque estaba endeudado y porque lo señalaron de ser auxiliar de la guerrilla y narcotraficante por ser de Aponte, donde los cultivos de amapola y la presencia de las FARC-EP aumentaba. 

Regreso a Aponte a acompañar la formulación del Plan Integral de Vida de la comunidad, que es la ruta de desarrollo social y económico del territorio. Ahí se reencontró con abuelos (médicos yageceros) del pueblo Siona y se fue con ellos para el Putumayo. En ese viaje retornó a los saberes ancestrales que por un tiempo había olvidado, comenzó a tomar yagé, conoció mejor las medicinas ancestrales y también aprendió temas de gobernanza indígena. 

En 2003 regresó a Aponte donde lo eligieron como gobernador. En su primer periodo, del 2003 al 2006, consiguió el Título de Resguardo indígena de las tierras de Aponte con más de 22 mil hectáreas asignadas a favor de la comunidad Inga, además, logró liberar al resguardo del narcotráfico y de la presencia de guerrillas.

En 2008 lo vuelven a elegir gobernador hasta el 2013, durante ese periodo crea e implementa una Institución de Servicios de Salud Indígena para su comunidad; y en 2015, es elegido como gerente de un proyecto productivo y ambiental para pueblos indígenas de Nariño. 

Otro gran logro durante su gobernanza fue la creación de ‘Wuasikamas – El modelo del Pueblo Inga en Aponte’, una marca creada para comercializar productos de origen indígena y de comunidades locales con un enfoque en la administración de los derechos de la tierra. Por medio de esta marca la comunidad logró sustituir los cultivos de amapola y coca por café. El gran logro para Hernando fue convencer a la comunidad de que ese era el camino y contar con casi un 90% de apoyo para este proyecto.  Por sus destacados aportes para el avance social, económico y ambiental, Wuasikamas ganó en 2015 el Premio Ecuatorial otorgado por el PNUD y entregado en París, Francia, en el marco de la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático COP21.

En 2017, el pueblo Inga de Colombia lo eligió como representante nacional de la organización Entidad Territorial Indígena Atun Wasi Iuiai del pueblo Inga de Colombia (AWAI), siendo la primera autoridad que después de la colonización vuelve a orientar los destinos de los Inga. 

Ahora, su propósito es crear junto a diferentes aliados una pluriversidad internacional (universidad internacional), donde se contribuya al desarrollo y fortalecimiento del conocimiento de l@s jóvenes de comunidades olvidadas y marginadas por medio de diálogos entre la ciencia y los saberes ancestrales.Para comenzar, la pluriversidad se enfocará en África y en las Américas, desde Canadá hasta Chile, donde por lo menos unos 400 estudiantes de pregrado serán totalmente becados y se dará importancia a la educación virtual pero con un énfasis muy fuerte en el territorio, el propósito es que la mayor cantidad de educador@s puedan llegar a los lugares de origen de los estudiantes. 

Hernando ha sufrido varios atentados y asegura que la firmeza de su comunidad es lo que lo ha salvado. Gracias a sus esfuerzos y acciones relacionadas con la biodiversidad y los conocimientos tradicionales recibió un doctorado honoris causa en la Universidad de las Artes en Londres, un reconocimiento que retrata a la perfección las pasiones y el propósito de vida de Hernando: la naturaleza, los saberes y el poder de la medicina indígena. 

Hernando cursó el diplomado de Liderazgo Territorial que hicimos junto a la Universidad Externado y fue el estudiante que dio el discurso de grado, donde recalcó en lengua Inga, y en español, que la paz es biocultural y biodiversa y que tod@s cabemos en ella.

Indhira Serpa de RENA-C

Indhira Cerpa

RENA-C

Hija de exguerriller@s, criada en la ciudad y con formación política marxista y socialista. Se fue a la guerrilla por seis meses y duró casi siete años enseñando a leer y a escribir a miembros de las FARC-EP. 

Indhira Cerpa Granda se dio cuenta de que tenía una vida diferente cuando detuvieron a su padre. Fue ahí cuando le comenzaron a explicar qué era la guerrilla y de qué se trataba la lucha armada y política de las FARC. Creció con el discurso insurgente de sus padres, se dejó seducir por la revolución armada y a sus 17 años, mientras estudiaba derecho en la universidad, decidió ir a un curso de formación política en las FARC. Su idea era ir por seis meses, pero nunca regresó. La admiración por las mujeres que estaban en la lucha política hizo que se quedara hasta la firma del Acuerdo de Paz.   

Indhira es consciente de que su paso por la guerrilla fue diferente al de muchas otras excombatientes, pues nunca estuvo en frentes donde la misión era el orden público, es decir, nunca le tocó estar en un combate, aún cuando sufrió un bombardeo a los seis meses de haber llegado a la selva. El frente al que pertenecía tenía un rango de seguridad especial, lo que le permitía hacer cosas como enseñar a leer, escribir, hacer actividades culturales, artísticas y educativas. 

 

Haber estado en la guerrilla cambió su forma de ver la vida. Le enseñó, a la fuerza, el valor de estar viva y la fortuna de disfrutar los pequeños placeres del mundo, pues era consciente de que en cualquier momento se podía morir. En la selva conoció personas con visiones, vivencias y oportunidades diferentes; personas que le ayudaron a encontrar su propósito de vida. Ella sabe que su historia como guerrillera suena utópica, pero la recuerda así a propósito, por su salud mental y para no hacer más difícil lo que ya es suficientemente doloroso. 

Durante su paso por la guerrilla aprendió a enseñar y decidió continuar haciéndolo en la legalidad. Después de la firma del Acuerdo se dedicó a estudiar licenciatura en artes escénicas y ahora trabaja con niños y niñas en pedagogía, además, hace cuentos infantiles sobre la importancia del territorio y la memoria histórica.

Al poco tiempo de reincorporarse a la vida civil conoció a Patricia Ariza, ex miembro de la Unión Patriótica y exministra de cultura, con quien montó una obra de teatro que se llama ‘La paz anhelada’, que retrata los aprendizajes y experiencias de dos mujeres que hicieron parte de la lucha armada. También conoció a Martín Batalla, excombatiente y ahora director de la Corporación Red Nacional de Confecciones por la Paz (RENA-C), una organización que agrupa proyectos de confección de accesorios, calzado y ropa hecha por excombatientes de las FARC. El propósito de vida de Indhira es ayudar al mayor número posible de firmantes de paz, por eso ingresó a RENA-C y ahora es la coordinadora regional y nacional de la organización.  

Su sueño es recorrer todos los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) educando, porque cree firmemente que la educación transforma y porque quiere que tod@s l@s firmantes de paz cuenten con verdaderas oportunidades para rehacer sus vidas. De toda la población de excombatientes, la que más le interesa son los niños y niñas, por eso quiere hacer una escuela itinerante que pueda estar un mes en cada ETCR, y fortalecer las habilidades de escucha, diálogo, autonomía, liderazgos y empatía de l@s niñ@s a través de actividades artísticas al aire libre.

Hellen Carabalí de Raíces del Manglar

Hellen Carabalí

Raíces del Manglar

Hellen Daniela Carabalí se levanta a las 5:00 a.m., prepara la comida que va a llevar al trabajo, arregla los canastos donde guarda lo que le regala el manglar, se pone pantalón largo, se pone repelente, a veces sahumerio porque dice que a los manglares también les gusta aromatizarse y sale a una jornada de 12 horas donde le canta y le habla a la naturaleza para que le de la piangua que necesita. 

Creció viendo a su mamá meterse al manglar y desde siempre quiso imitarla. Ahora, a sus 27 años, no solo cumplió su sueño de ser conchera, sino que también ha logrado darle un sentido social a la actividad que la sostiene. Por medio de la recolección de piangua su relación con el manglar es diferente, hoy ve ese ecosistema como un medio para la sostenibilidad de la naturaleza. 

Ahora hace parte de Raíces del Manglar, una asociación de mujeres concheras que acoge a víctimas del conflicto armado que llegan a Tumaco. A las personas que van llegando las ayudan a fortalecer sus conocimientos sobre artesanía, reciclaje, sostenibilidad ambiental, cocina y, obviamente, recolección de piangua. El propósito de la asociación es mejorar la calidad de vida de las personas víctimas del conflicto armado y de las mujeres concheras, ayudándolas a reforzar su economía, consciencia ambiental y apropiación cultural de las tradiciones del territorio. 

Para Hellen la actividad de recoger piangua es algo que hace parte de ella, la conoce desde que nació, se crió con ella y la practica desde pequeña. Es un legado que se siente en la obligación de no dejar perder, por eso trabaja para que los jóvenes se enamoren de esa actividad. Su hija de cinco años ya la ha acompañado al manglar y le gusta. 

Ella considera que es importante fortalecer los liderazgos de las comunidades, sobre todo el de las mujeres, especialmente las concheras, pues son ellas el medio para visibilizar las necesidades del territorio, del manglar y de la piangua en diferentes espacios. @raicesdelmanglar precisamente busca demostrar que las mujeres del pacífico sí pueden ser lideresas y transformadoras del territorio.

Hellen Daniela y Raíces del Manglar hacen parte de nuestro programa de construcción de paz con la naturaleza, #PazVerde.

Víctor Caícedo de La Sierpe Biotur

Víctor Caícedo

La Sierpe Biotur

Su mamá lo llevó a conocer la vereda La Sierpe en Bahía Málaga cuando tenía 7 años. Decidieron quedarse allá por la tranquilidad, el ambiente, la comida, la facilidad para la crianza y la belleza natural. Víctor ya lleva 17 años viviendo en el territorio que honra todos los días con su trabajo en Biotur.
 
Su amor por la naturaleza comenzó en el colegio, pues era un instituto con énfasis en ecoturismo. En esa época la biología y los animales lo cautivaron, se convirtió en un admirador de los felinos y comenzó a investigar todo lo relacionado con su territorio, y las especies de flora y fauna que lo habitaban.
 
Cuando estaba cursando noveno sufrió una decaída emocional y se fue a Juanchaco un tiempo y luego a Cali. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta de que el lugar para sanar y poder seguir adelante era Bahía Málaga. Cuando regresó conoció Biotur, una corporación que buscaba integrar a toda la comunidad alrededor del medioambiente y la sostenibilidad del territorio. Como aún era menor de edad asistía a las actividades y reuniones solo para escuchar y observar, pero apenas cumplió 18 años comenzó a participar de manera activa. Este año se graduó de técnico en monitoreo ambiental y ahora se encarga de los recorridos por los diferentes senderos que tiene el territorio, es guía e intérprete ambiental.
 
@lasierpe_biotur es una de las iniciativas de #PazVerde, nuestro programa de construcción de paz con el medioambiente. Tienen planes como la ruta del canasto, la ruta de la piangua, visita a las piscinas naturales de la zona, acompañamiento en una jornada de pesca responsable, atardeceres en kayak, senderismo, experiencia de fitoplancton y avistamiento responsable de ballenas.
 
Víctor ha logrado construir paz con la naturaleza devolviéndole lo que ella les ha brindado a él, a su familia y a toda la comunidad de la vereda La Sierpe. Su más grande propósito es conservar y proteger todos los recursos naturales de su territorio y buscar que siempre haya paz entre los humanos y con la naturaleza.